La historia está fundamentada en la novela de Juan Marsé del mismo título que, a su vez y, en su contenido, se inscriben secuencias, nombres e influencias del mundo de ensueño de The Shanghai Gesture, película del año 1941 dirigida por Josef Von Sternberg, distribuida en España hacia 1946 con el mismo título: El embrujo de Shanghai. Película que inspira la novela de Juan Marsé en ciertos aspectos secundarios: La parte correspondiente a lo que podríamos llamar el cuento chino que entra en la novela de forma transversal como un guiño del autor, dado que el momento en el que el film se distribuye y proyecta en las salas de cine de Barcelona, es cercano al que empieza la historia contenida en la novela.
Por tanto, el material tiene gran interés como relato/relatos consolidados a través de la fascinación de los autores de las obras previas; todas inspiradas, total o parcialmente en el corrupto, vicioso y atractivo Shanghai de principios del siglo XX producidas por los sucesivos autores literarios o directores de cine que, bajo el influjo de la sugestión i del impacto consecuente, las han manipulado, reescrito, re-elaborado. Incluso, ahora, más de medio siglo después de la presentación de las primeras aportaciones, el tema sigue sin dejar indiferente a autores, directores y productores o crítica; ya que, por una parte se sigue escribiendo –soñando- el tema y por otra, se intenta representar, con insinuaciones más o menos directas, para conmocionar al lector/espectador, igual que les ocurriera a ellos anteriormente; recordando, con matices más fantásticos que reales o, por lo menos, sesgados e idealizados, lo que Shanghai había sido, o se dice que había sido, para nuestros abuelos o bisabuelos en un país tan lejano como España y en una ciudad como Barcelona que, si bien permite establecer similitudes con Shanghai, en cuanto a su situación geográfica dentro de los respectivos países (China o España) -su papel comercial, las inquietudes de sus ciudadanos, etc.,- culturalmente son bien distintas y su superficie y número de habitantes incomparables.
Por tanto, el material tiene gran interés como relato/relatos consolidados a través de la fascinación de los autores de las obras previas; todas inspiradas, total o parcialmente en el corrupto, vicioso y atractivo Shanghai de principios del siglo XX producidas por los sucesivos autores literarios o directores de cine que, bajo el influjo de la sugestión i del impacto consecuente, las han manipulado, reescrito, re-elaborado. Incluso, ahora, más de medio siglo después de la presentación de las primeras aportaciones, el tema sigue sin dejar indiferente a autores, directores y productores o crítica; ya que, por una parte se sigue escribiendo –soñando- el tema y por otra, se intenta representar, con insinuaciones más o menos directas, para conmocionar al lector/espectador, igual que les ocurriera a ellos anteriormente; recordando, con matices más fantásticos que reales o, por lo menos, sesgados e idealizados, lo que Shanghai había sido, o se dice que había sido, para nuestros abuelos o bisabuelos en un país tan lejano como España y en una ciudad como Barcelona que, si bien permite establecer similitudes con Shanghai, en cuanto a su situación geográfica dentro de los respectivos países (China o España) -su papel comercial, las inquietudes de sus ciudadanos, etc.,- culturalmente son bien distintas y su superficie y número de habitantes incomparables.
EL EMBRUJO DE SHANGHAI
|
Dirección: Fernando Trueba.
País: España. Año: 2002. Duración: 120 min. Interpretación: Fernando Fernán Gómez (Capitán Blay), Eduard Fernández (Forcat), Aida Folch (Susana), Ariadna Gil (Anita), Antonio Resines (Kim), Jorge Sanz (Denis), Rosa María Sardá (Betibú), Fernando Tielve (Dani), Juan José Ballesta (Finito Chacón). Guion: Fernando Trueba; basado en la novela de Juan Marsé. Producción: Andrés Vicente Gómez y Cristina Huete. Música: Antoine Duhamel. Fotografía: José Luis López Linares. Montaje: Carmen Frías. Dirección artística: Salvador Parra. Vestuario: Lala Huete. |
Para entender la situación de la acción presentada en El embrujo de Shanghai es necesario acercarse al momento político de esos años, casi diez después de finalizada la Guerra Civil española y del miedo por la represión franquista que entre los ciudadanos, ejercida de forma brutal y con el apoyo de muchos conciudadanos que denunciaban a sus vecinos para demostrar su fidelidad al régimen y así, obtener beneficios y prebendas a cambio.
Comentario
La película intenta seguir, con fidelidad, el espacio, el tiempo y las características fundamentales de los personajes inscritos en la novela. También es fiel a la obra de Marsé, en el planteamiento, el nudo y el desenlace, pero Trueba adopta, sobre todo, el sentido de aventura contenido en la novela, e intenta explotarlo al máximo; tanto en los paseos de Dani con el capitán por la plaza Rovira, por Gracia, la Salut y o el Guinardó, y en casa de Susana, como la aventuras del mundo mágico de Shanghai (en la película a modo de las producciones de Hollywood, como hiciera Samuel Broston, con multitud de figurantes). Por El embrujo de Shanghai desfilan, además de los protagonistas, más de 3.000 extras que convierten a la cinta en una de las más concurridas del cine español).
El guión de Trueba, contempla el desarrollo del relato en 142 secuencias. Empieza, también, con la voz del narrador; aquí confiesa que se siente desconcertado: “No sé muy bien por dónde empezar mi historia”. A continuación, a modo de flash encadenado y con ritmo rápido, presenta realidades diversas de la calle o de interiores; lo que nos adentra en la historia de forma un tanto inconexa, para, poco a poco, ir atando cabos. Todo ello, con la voz de fondo de Dani, sorteada por los diálogos de los personajes que aparecen gradualmente. La acotación de los espacios elegidos es genérica, por lo que se deduce que el director aprovecha el entorno de las precisiones de la novela, para representar los espacios o los personajes, en la película.
La historia o, mejor, las historias contenidas, se desenvuelven en espacios enfrentados entre sí: El mundo interior de dentro de la torre de la calle Camelias opuesto al mundo exterior del barrio. Los dos están insertos en un mundo real de Barcelona, a su vez, antítesis del mundo imaginario de Shanghai. Esos mundos, bien definidos y diferenciados, se van entrelazando, a medida que la trama evoluciona y así lo exige el relato. Más que fallar la combinación de los dos mundos, es desigual el tratamiento que tienen. El mundo interior, el del hogar de Anita y Susana, y al que acuden sucesivos personajes, atraídos por su magnetismo, es el plano de la narración que alcanza mayor consistencia e interés. Ciertamente, hay que valorar, también, la calidad de la escenografía. Fernando Trueba puso en el rodaje de la película todos los recursos para dar a la historia un marco estético de primer orden para crear una Barcelona de posguerra llena de una impecable imaginería; lo más logrado del El embrujo de Shanghai es la descripción del barrio de Gracia de los años cuarenta de la mano del maravilloso Capitán Blay, “Hombre invisible”,“peatón atropellado por un tranvía”. Es el personaje central; un viejo loco, protestón, que se empeña en cerrar la fábrica que pueda acabar envenenando la ciudad con los gases que emanan de la chimenea.
Tenemos una bella plaza Rovira y una decoración de los domicilios de gran calidad. Pero, dentro de este atractivo escenario, la historia y los personajes tiene diálogos muy cortos, poco trabados y dichos con escaso convencimientos por parte de los actores. Filma las calles del barrio de Gracia coronado por el cine Rovira, donde Anita, interpretada por Ariadna Gil, es la taquillera y, donde pueden verse las películas de Otto Preminger y Fritz Lang en los carteles anunciadores del exterior.
La ciudad de Barcelona y el barrio tienen unas condiciones precarias que todos padecen. Hay muchas dificultades económicas para mayoría de los personajes porque pertenecen al bando de los vencidos en la reciente guerra civil. Abundan odios y denuncias; cualquiera puede ser un delator. Los republicanos, que son los perdedores, temen ser descubiertos y encarcelados con todo lo que comporta: sufrir malos tratos, o la muerte sin siquiera un juicio. Para salvarse, han de camuflarse o desaparecer. Se emparedan en sus casas, en falsos fondos de armario; deambulan por bosques, cuevas o barrancos o huyen al otro lado de la frontera. Los niños, las mujeres o las novias de los que se han ido, están en la ciudad esperando su vuelta, en medio de una vida llena de dificultades. En esta situación, la atención a cualquier señal de llegada de los seres queridos, aviva la monótona cotidianidad de los personajes. El recuerdo de los ausentes, sus apariciones ocasionales o la sospecha de que pueden llegar en cualquier momento, produce un estado de ánimo muy tenso para la familia y de cotilleo circunstancial para los vecinos del barrio.
El desarrollo de los acontecimientos, también tiene parecidos: En los engaños, asesinatos, juicios, enamoramientos, celos…Todo, tal y como se veía el cine de Hollywood, dentro de un ambiente social de poder económico, pero corrupto, equivalente al del Mother Gin Sling, casino ubicado en la Zona francesa de Shanghai, en la película de El embrujo..., o el del Cathay Hotel, en la novela de Marsé, que se denuncia. Dentro de la historia, que sobre todo hace soñar a los niños, Kim está como protagonista, que a modo de Roberto Alcázar, es el héroe defensor de causas justas. En su relato, mantiene la posibilidad, con casi la certeza, de que Kim volverá para llevarse a su hija consigo a Shanghai. El final se precipita de manera muy distinta a la esperada, de forma que las ilusiones infantiles se truecan en una dura realidad.
La forma del relato es semejante al de otras novelas del autor. Desde el presente, se evoca un pasado al que el narrador le da vida, por medio de una puesta en escena de imágenes directas, entre las que intercala otra historia, la del Kim, que se inserta en el discurrir de la historia principal; todo, por medio de múltiples narradores. A veces, testigos; otras, copartícipes de los hechos. La historia narrada por Marsé es topográfica.
El narrador en sus recuerdos, nos guía en el reconocimiento del espacio, nos presenta los personajes y nos acerca a situaciones concretas.Todo ello a modo de recuerdo inconexo que se define poco a poco. Con el conjunto,se recompone la historia y tiene un sentido. Se centra en el barrio que tan bien conoce, y lo explora hasta el fondo. Plantea cómo viven y sienten los personajes protagonistas, vistos por la mirada de un niño, Daniel, que nos los reconstruye a su medida. Aunque sea un espectador dentro del relato, en el que participa como elemento coral junto a los héroes y heroínas, Daniel está presente y forma parte activa de las historias, sin desaparecer nunca de la escena. Es un chico imaginativo y solitario, que siente falta de afecto familiar, aunque en parte lo tenga. pero acusa la pérdida del padre, desaparecido en la reciente guerra civil – corren los años 1947 y 48- y lamenta tener a su madre tan lejos cuando la necesita: Trabaja muchas horas y por tanto, la ve poco.
Comentario
La película intenta seguir, con fidelidad, el espacio, el tiempo y las características fundamentales de los personajes inscritos en la novela. También es fiel a la obra de Marsé, en el planteamiento, el nudo y el desenlace, pero Trueba adopta, sobre todo, el sentido de aventura contenido en la novela, e intenta explotarlo al máximo; tanto en los paseos de Dani con el capitán por la plaza Rovira, por Gracia, la Salut y o el Guinardó, y en casa de Susana, como la aventuras del mundo mágico de Shanghai (en la película a modo de las producciones de Hollywood, como hiciera Samuel Broston, con multitud de figurantes). Por El embrujo de Shanghai desfilan, además de los protagonistas, más de 3.000 extras que convierten a la cinta en una de las más concurridas del cine español).
El guión de Trueba, contempla el desarrollo del relato en 142 secuencias. Empieza, también, con la voz del narrador; aquí confiesa que se siente desconcertado: “No sé muy bien por dónde empezar mi historia”. A continuación, a modo de flash encadenado y con ritmo rápido, presenta realidades diversas de la calle o de interiores; lo que nos adentra en la historia de forma un tanto inconexa, para, poco a poco, ir atando cabos. Todo ello, con la voz de fondo de Dani, sorteada por los diálogos de los personajes que aparecen gradualmente. La acotación de los espacios elegidos es genérica, por lo que se deduce que el director aprovecha el entorno de las precisiones de la novela, para representar los espacios o los personajes, en la película.
El guión de Trueba sigue la novela, en el contenido y en la forma; pero al resaltar la aventura, el discurso en muchos momentos es hueco, vacío y sin vida. El autor de La niña de tus ojos no ha querido –o no ha sabido– leer entre líneas y ha tomado historia sin tener en cuenta el significado ético-político contenido. El director muestra sus dotes de adaptador al conseguir una excelente ambientación, pero falta el latido de ideas y de la ética de la novela.
La historia o, mejor, las historias contenidas, se desenvuelven en espacios enfrentados entre sí: El mundo interior de dentro de la torre de la calle Camelias opuesto al mundo exterior del barrio. Los dos están insertos en un mundo real de Barcelona, a su vez, antítesis del mundo imaginario de Shanghai. Esos mundos, bien definidos y diferenciados, se van entrelazando, a medida que la trama evoluciona y así lo exige el relato. Más que fallar la combinación de los dos mundos, es desigual el tratamiento que tienen. El mundo interior, el del hogar de Anita y Susana, y al que acuden sucesivos personajes, atraídos por su magnetismo, es el plano de la narración que alcanza mayor consistencia e interés. Ciertamente, hay que valorar, también, la calidad de la escenografía. Fernando Trueba puso en el rodaje de la película todos los recursos para dar a la historia un marco estético de primer orden para crear una Barcelona de posguerra llena de una impecable imaginería; lo más logrado del El embrujo de Shanghai es la descripción del barrio de Gracia de los años cuarenta de la mano del maravilloso Capitán Blay, “Hombre invisible”,“peatón atropellado por un tranvía”. Es el personaje central; un viejo loco, protestón, que se empeña en cerrar la fábrica que pueda acabar envenenando la ciudad con los gases que emanan de la chimenea.
Tenemos una bella plaza Rovira y una decoración de los domicilios de gran calidad. Pero, dentro de este atractivo escenario, la historia y los personajes tiene diálogos muy cortos, poco trabados y dichos con escaso convencimientos por parte de los actores. Filma las calles del barrio de Gracia coronado por el cine Rovira, donde Anita, interpretada por Ariadna Gil, es la taquillera y, donde pueden verse las películas de Otto Preminger y Fritz Lang en los carteles anunciadores del exterior.
El embrujo de Shanghai está en el grupo de films que tratan del paso de la infancia a la juventud, ya sea para bien, como en Belle époque o para mal, como en El año de las luces . La película tiene un inicio prometedor desaprovechado, al no haber hecho una lectura que atendiera las posibilidades de la novela de Marsé. El relato es repetitivo y lento para el espectador, con una voz en off del narrador casi permanente, sobre todo, al principio, que molesta más que apoya la interpretación de los actores. Es un film irregular que goza de un brillante reparto. Trueba, ha llevado la novela de Marsé, a su particular dominio narrativo; es fiel a la novela que condensa en 120 minutos todos y cada uno de los capítulos, en cuanto a los acontecimientos y los personajes. Pero se ha cambiado el sentido de una parte de la historia inicial: No habla de Shanghai como Trueba parece insistir. La ciudad china es una mera excusa, que Trueba se toma a pie de la letra. El embrujo de Shanghai es un proyecto de envergadura que no ha conseguido colmar las expectativas. Las despierta inicialmente, pero le falta chispa. Aun siendo una aventura, tratada con estética de comedia, carece de sentido del humor.
La novela.
Juan Marsé, Premio Cervantes (2008) publicó El embrujo de Shanghai,en 1993. Es una magnífica novela que tiene como escenarios los barrios del Guinardó, la Salut y de Gràcia, en la Barcelona del final de los años cuarenta y principios de los cincuenta (1947-1952).
Juan Marsé, Premio Cervantes (2008) publicó El embrujo de Shanghai,en 1993. Es una magnífica novela que tiene como escenarios los barrios del Guinardó, la Salut y de Gràcia, en la Barcelona del final de los años cuarenta y principios de los cincuenta (1947-1952).
Daniel el protagonista narrador es hijo de un hombre desaparecido durante la guerra, y en el relato explica las sensaciones y descubrimientos en el momento de su paso de la adolescencia a la juventud. Empieza la historia cuando el chico, que tiene trece años, acaba de dejar la escuela; por falta de recursos no puede seguir estudiando y ha de trabajar; como tiene habilidades para el dibujo, su madre acuerda con un joyero fundidor amigo suyo, señor Oliart, su contrato como aprendiz y recadero, unos meses más tarde. Marsé emula así, su propia biografía.
La ciudad de Barcelona y el barrio tienen unas condiciones precarias que todos padecen. Hay muchas dificultades económicas para mayoría de los personajes porque pertenecen al bando de los vencidos en la reciente guerra civil. Abundan odios y denuncias; cualquiera puede ser un delator. Los republicanos, que son los perdedores, temen ser descubiertos y encarcelados con todo lo que comporta: sufrir malos tratos, o la muerte sin siquiera un juicio. Para salvarse, han de camuflarse o desaparecer. Se emparedan en sus casas, en falsos fondos de armario; deambulan por bosques, cuevas o barrancos o huyen al otro lado de la frontera. Los niños, las mujeres o las novias de los que se han ido, están en la ciudad esperando su vuelta, en medio de una vida llena de dificultades. En esta situación, la atención a cualquier señal de llegada de los seres queridos, aviva la monótona cotidianidad de los personajes. El recuerdo de los ausentes, sus apariciones ocasionales o la sospecha de que pueden llegar en cualquier momento, produce un estado de ánimo muy tenso para la familia y de cotilleo circunstancial para los vecinos del barrio.
Daniel relata la historia a modo de recuerdo personal, en primera persona. Se inicia en un momento ocioso, sin escuela y faltando pocos meses para empezar a trabajar, después de finalizar la escuela. La mujer del capitán Blay le pide que acompañe a su marido -que califica como testarudo, viejo mochales, y del que resalta sus arranques de locura senil- en sus paseos matutinos para que evitar que el hombre haga disparates por la calle.
El chico acepta. Hace de tutor del capitán. Los conflictos surgen a cada paso. El que desencadena el inicio del relato es por su denuncia a la fábrica de plexiglás y celuloide, Dolç S. A. porque una humeante chimenea contamina el aire del barrio con humos y malos olores. Blay pretende recoger suficientes firmas para conseguir que destruyan la chimenea de la fábrica, o la alarguen. Para que la carta reivindicativa sea convincente y la firmen muchos, el viejo idea un escrito que ha de acompañarse de un dibujo de Susana, una niña de quince años tuberculosa, con una imagen expresiva de la enferma. Pretende hacer creer a la gente que la niña ha perdido la salud a causa de los humos de la fábrica por lo que sugiere a Dani que, como sabe dibujar, vaya a su casa y la retrate en la cama, con la cara demacrada para que su imagen conmueva y convenza al barrio, y así firmen la carta. El encargo desata la historia, que Daniel recuerda años más tarde. Dentro de la habitación de la chica, a la que Dani va cada tarde, se configura la mayor parte del relato. La muchacha vive con su madre, Anita: Una atractiva mujer de cuarenta años que es la taquillera del cine Mundial. Vive medio alcoholizada para olvidar lo sola que se siente por la ausencia de su marido Kim, el padre de Susana; es un maqui al que la niña casi no conoce pero que tiene mitificado y desea verlo lo antes posible.
Al
poco de empezar las sesiones de dibujo, llega de Francia y se instala en
la casa de Susana, Nandu Forcat, compañero de exilio del Kim.
Mientras que Daniel dibuja a la muchacha, Forcat les explica la historia
de resistencia franquista de Kim que, según dice, en ese momento continúa, con
una misión que le ha obligado a marchar a Shanghai, siguiendo a un
criminal nazi. La narración[i] que
hace de los hechos, siempre dentro de la habitación y junto a la cama de la
enferma, es fascinante para los chicos porque les evoca un mundo lejano,
exótico y maravilloso en el que “el Kim” tiene un papel heroico,
que Forcat explica con todo lujo de detalles. Es la parte del relato en donde,
se ve la presencia - o los intertextos[ii]-, de
otros relatos, con nombres semejantes que han influido en la novela, y
que Marsé toma para dar forma y nombre a la historia: Las
películas, Shanghai Express (1932) (El
expreso de Shanghai) de Josef Von Sternberg con
Marlene Dietrich y Clive Brook.
The Shanghai Gesture (1941), (El embrujo de Shanghai) con la interpretación de Gene Tierney y Victor Mature como protagonistas y dirigida, también, por Von Sternberg.
De la segunda, toma el nombre. Las tres películas, o por lo menos las dos primeras, deberían estar muy presentes entre los personajes de la historia de Marsé porque el tiempo del relato relacionado con el tema de Shanghai corresponde a 1948 y el cuento que Forcat explica a los chicos tiene ciertas similitudes con las películas de Von Sternberg y de Orson Welles. De The Shanghai Gesture, toma el hecho que el protagonista es un desarraigado, idealista y romántico; con currículum carcelario, que es contratado como guardaespaldas de una bella dama: En la novela Chen Jing, para defenderla de los agresores que tiene cerca. En este caso, del fascista Kruger/Omar, cuyo nombre, corresponde al de Omar de la película de Von Sternberg, el árabe fascinante de Damasco.
El Bund, con vistas al puerto, era el centro
de negocios y comercial de Shanghai. |
The Shanghai Gesture (1941), (El embrujo de Shanghai) con la interpretación de Gene Tierney y Victor Mature como protagonistas y dirigida, también, por Von Sternberg.
The Lady From Shanghai (1948) (La dama de Shanghai) de Orson Welles, protagonizada por el propio director y la inefable Rita Hayworth y, basada a su vez , en la novela del mismo título cuyo autor fue Raymond Sherwood King.
De la segunda, toma el nombre. Las tres películas, o por lo menos las dos primeras, deberían estar muy presentes entre los personajes de la historia de Marsé porque el tiempo del relato relacionado con el tema de Shanghai corresponde a 1948 y el cuento que Forcat explica a los chicos tiene ciertas similitudes con las películas de Von Sternberg y de Orson Welles. De The Shanghai Gesture, toma el hecho que el protagonista es un desarraigado, idealista y romántico; con currículum carcelario, que es contratado como guardaespaldas de una bella dama: En la novela Chen Jing, para defenderla de los agresores que tiene cerca. En este caso, del fascista Kruger/Omar, cuyo nombre, corresponde al de Omar de la película de Von Sternberg, el árabe fascinante de Damasco.
El desarrollo de los acontecimientos, también tiene parecidos: En los engaños, asesinatos, juicios, enamoramientos, celos…Todo, tal y como se veía el cine de Hollywood, dentro de un ambiente social de poder económico, pero corrupto, equivalente al del Mother Gin Sling, casino ubicado en la Zona francesa de Shanghai, en la película de El embrujo..., o el del Cathay Hotel, en la novela de Marsé, que se denuncia. Dentro de la historia, que sobre todo hace soñar a los niños, Kim está como protagonista, que a modo de Roberto Alcázar, es el héroe defensor de causas justas. En su relato, mantiene la posibilidad, con casi la certeza, de que Kim volverá para llevarse a su hija consigo a Shanghai. El final se precipita de manera muy distinta a la esperada, de forma que las ilusiones infantiles se truecan en una dura realidad.
La forma del relato es semejante al de otras novelas del autor. Desde el presente, se evoca un pasado al que el narrador le da vida, por medio de una puesta en escena de imágenes directas, entre las que intercala otra historia, la del Kim, que se inserta en el discurrir de la historia principal; todo, por medio de múltiples narradores. A veces, testigos; otras, copartícipes de los hechos. La historia narrada por Marsé es topográfica.
El narrador en sus recuerdos, nos guía en el reconocimiento del espacio, nos presenta los personajes y nos acerca a situaciones concretas.Todo ello a modo de recuerdo inconexo que se define poco a poco. Con el conjunto,se recompone la historia y tiene un sentido. Se centra en el barrio que tan bien conoce, y lo explora hasta el fondo. Plantea cómo viven y sienten los personajes protagonistas, vistos por la mirada de un niño, Daniel, que nos los reconstruye a su medida. Aunque sea un espectador dentro del relato, en el que participa como elemento coral junto a los héroes y heroínas, Daniel está presente y forma parte activa de las historias, sin desaparecer nunca de la escena. Es un chico imaginativo y solitario, que siente falta de afecto familiar, aunque en parte lo tenga. pero acusa la pérdida del padre, desaparecido en la reciente guerra civil – corren los años 1947 y 48- y lamenta tener a su madre tan lejos cuando la necesita: Trabaja muchas horas y por tanto, la ve poco.
Sugerencias didácticas.
Temas posibles a estudiar:
- Tanto la novela como la película permiten observar el marco la posguerra de la Guerra Civil española, desde la perspectiva de los perdedores. Se pueden ver las dificultades de los jóvenes o adultos, relacionadas con la coyuntura del momento histórico, tanto política como económica.
- El mundo de la adolescencia y de sus características dentro de un ambiente de posguerra. Las circunstancias que rodean a jóvenes, casi niños, con adultos en situaciones difíciles. Los protagonistas tienen su familia que a pesar de las miserias que les rodean, les quieren y ellos se sienten queridos; aún así, les falta el padre o la madre. El ambiente hostil les castiga. Por ello, sienten miedo e inseguridad que con no entienden ni saben por qué les sucede.
- La vida de las personas adultas y su situación extrema. El significado de Padres ausentes, en aparentes grandes misiones subversivas; la situación de madres solas, enfermas o alcoholizadas; cómo puede haber vecinos enloquecidos por tener metralla del cerebro; por qué hay en el barrio personas muy extrañas, etc. La mayoría vistas desde la mirada del narrador que no comprende su situación o la actuación de esas personas mayores, e ironizan sobre ello, tal y como suele suceder con los jóvenes respecto a los mayores, si no se implican en sus vidas.
- Cabe observar y resaltar de forma muy especial el papel del cine en la vida de los personajes. Cosa que parecerá imposible vista desde la actualidad. Algunos incluso en sí mismos, tienen reminiscencias cinematográficas:
- Dña. Conxa, “rechoncha y pizpireta”, en recuerdo de la simpática y provocativa Betty Boop de Fleischer (1930-35)
Su marido, el capitán Blay, apodado “el Hombre Invisible”, en recuerdo del título de la película de 1933, The invisible man de James Whale, el director de las primeras películas del monstruo Frankenstein. Le llaman así porque va por la calle con la cabeza y el rostro vendado y, con una gabardina abierta, que deja ver el pijama.
- Los chicos van al cine tanto como pueden. Se aprovechan de que tienen amigos entre acomodadores, controladores de taquilla, técnicos de cabina, etc., y luego comentan las películas que ven y les encanta el glamour de sus actrices o actores, que generalmente mitifican.
- La madre de Susana, la señora Anita, trabaja como taquillera en el cine Mundial de la calle Salmerón, anteriormente había estado en el Iberia.
- Kim, su padre, antes de desaparecer era comercial una marca alemana de proyectores para cabinas de cine. Su nombre Joaquim Franch i Casablancas. El segundo apellido con recuerdo cinematográfico.
- La distracción mejor para Susana, la chica enferma, está relacionada con el cine: Guarda los anuncios de películas de los periódicos; colecciona programas; recorta las caras de los artistas y las engancha a otros, etc.
- Daniel convence a Susana para hacerle una fotografía cuando le enseña el dibujo que hecho de Gene Tierney, protagonista de El embrujo de Shanghai dirigida por Josef Von Sternberg de 1941, a partir de un programa de cine, de mano.
- Los adultos van al cine los días de fiesta: Se nombran el Roxy, el Metropol, el Iberia; además del Mundial, el más citado.
- Muy interesante tener en cuenta la «aventi» como forma de reconstrucción de hechos reales que el narrador recompone con más visos de fantasía que de realidad. Sigue la técnica cervantina de la primera parte del «Quijote» que intercala cuentos o narraciones dentro de la historia principal. Aquí, a ese tipo de relato dentro de otro relato no se le llama aventi, pero está presente en la novela al igual que en otras obras del autor. Se trata de una magnífico cuento lleno de belleza que transcurre en forma de narración paralela a la real, en el mundo mágico de Shanghai y que consigue embaucar al lector. Su lectura aislada acerca a un mundo de ensueño que puede atrapar fácilmente a los más jóvenes.
El texto completo del artículo puede encontrarse en:
Romea, Celia (2003) “El embrujo de Shanghai.Impacto de relecturas”. Revista
003190 - Letras Peninsulares Spring 2003 Número V 16.1 (pág. 41- 77) USA
Davidson NC ISSN 0897-7542 ( Departament of Spanish Davison College USA . Spanish Cinema Studes in Memory of Paco Rabal)
[i] Seguimos el comentario ya iniciado en el capítulo de “Marsé y el cine, Marsé en el cine” de Celia Romea Castro dentro de la obra editada por José Belmonte Serrano y José Manuel López Abiada Nuevas tardes con Marsé. Estudios sobre la obra literaria de Juan Marsé. De Ediciones Nausicaä.
[ii] Para ampliar información, véase el primer capítulo de Mendoza Fillola, A. El intertexto lector. El espacio de encuentro de las aportaciones del texto con las del lector. Ed. De la Universidad de Castilla-La Mancha