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lunes, 4 de junio de 2012

ÚLTIMAS TARDES CON TERESA DE JUAN MARSÉ (VERSIÓN DE GONZALO HERRALDE)

                                                   
TV2 de Televisión Española proyectó hace unos días la película basada en la novela más emblemática de Juan Marsé Últimas tardes con Teresa y me apetece mucho presentarla, más como novela que por la película,  por tratarse de una obra con contenidos atractivos para adultos y jóvenes variados. Puede interesar por el tema amoroso, por las características de los personajes, por las imágenes  de la ciudad de Barcelona  contenidas, por el entorno social que presenta,  por la situación política evocada, por el placer de "ver" las descripciones de la novela... ¡Por tantas cosas!. 
La película como todas las adaptaciones de las obras de Marsé podríamos considerarla fallida. Cuenta con el desafecto total por parte del autor y su realización probablemente podría haber tenido más acierto, pero como documento de un espacio y de un tiempo, puede verse, sin dejar de leer la novela, por ser de  lectura  fácil y muy agradable. Luego, pueden hacerse comparaciones, para poder apreciar las diferencias, a favor del relato escrito.  


La historia se sitúa en una Barcelona de los años cincuenta. Tiene una duración interna de un año  y tres meses. Lo sitúa en las barracas del Carmel, ahora desaparecidas. Cuenta los avatares de Manolo Reyes, apodado el Pijoaparte con Teresa Serrat.  


En Flashback se presenta a un guapo muchacho nacido en Ronda, de dudoso origen "era el segundo hijo de una hermosa mujer que durante años fregó los suelos del palacio del Marqués de Salvatierra y que parió hijo siendo viuda... "
Una curiosa historia circulaba según la cual su madre había tenido amores, a poco de enviudar, con un joven melancólico inglés que fue huésped del Marqués de Salvatierra durante unos meses. El niño nació en la fecha prevista según el malicioso cálculo de las malas lenguas". Esta ambigüedad de filiación paterna facilita que sus compañeros de juego le llamen 'el inglé’ y provoque más de una pelea sangrienta propiciada por el propio Manolo que ante la incertidumbre, ha elegido ser hijo del propio Marqués. 
Palacio del Marqués de Salvatierra en Ronda (Málaga)
Llega a Barcelona entre los años cincuenta y sesenta un guapo muchacho,  huyendo de la miseria. Se instala en la vivienda de su cuñado en las barracas del barrio del Carmel. Manolo tiene el oficio de ladrón de motocicletas. Es un exponente de un tipo de  clase baja,  marginal, cuya mayor aspiración es conseguir prestigio social.  
Barraca de obra y uralita en Francisco Alegre, El Carmel. Barcelona, finales de los setenta. Autor desconocido. Archivo del Patronato Municipal de la Vivienda de Barcelona. 
Ya en el presente narrado del verano de 1957, la historia se sitúa en la noche de San Juan cuando el Pijoaparte sale del Carmelo (Carmel) y llega a los barrios de San Gervasio, con un flamante traje, y cuidadosamente peinado. 
Entra en un jardín donde se celebra una verbena. Conoce a Maruja, criada de la casa, a la que confunde  con la señora por lo que se procura una aventura con ella. Baila con la chica que también juega al incógnito; la cree una burguesita pero, en su continuada relación amorosa, descubre que es la criada de la familia Serrat, con gran sentido de frustración por su parte. Maruja se ha enamorado, pero Manolo no quiere tratos con "raspas" y sólo considera que esta relación es una aventura más, en la que se deja querer. Aun así, sigue saliendo con ella para atraer a la señorita Teresa. Maruja  explica a la hija de los Serrat, que se ha enamorado y le habla de su novio; ella es estudiante y activista en la Universidad de Barcelona de esos años.  

Por un accidente en el que se golpea la cabeza, Maruja tiene una conmoción cerebral y permanece hospitalizada durante los meses del verano. En su larga enfermedad, Teresa y Manolo coinciden en sus visitas al hospital. Teresa admira a Manolo porque interpreta equivocadamente las palabras de Maruja; imagina al chico como al revolucionario que se considera el ideal entre los estudiantes "progres" en la universidad –obrero comprometido, que lucha contra la dictadura y por unas mejoras sociales. Manolo, por su parte, sólo ve en Teresa a alguien a quien  seducir y se aprovecha de la confusión de la chica y de la tópica y  cándida visión que le concede. Pero la mala suerte de Manolo hace que se enamore de Teresa y teme que, si descubre su identidad, su emparejamiento con ella no será posible. Ella sustituye su "líder espiritual", Luis Trías de Giralt, compañero estudiante y activista, al que estaba vinculada efectivamente, por Manolo, al que Teresa identifica, "con un obrero comprometido", lo que le atrae profundamente. A finales del mes de agosto Maruja muere. 

En ese momento Teresa y Manolo se sienten atraídos y enamorados pero sus diferencias de clase social, hacen que la familia Serrat impida su relación a la chica, y sus proyectos se derrumben. Teresa vuelve al chalet de la playa  obligada  por sus padres que conocen su relación con Manolo e intentan alejarlo de ella.  Manolo va verla  al chalet como antes había hecho con  Maruja. 

Una vez más, roba una moto -la última-; pero la "suerte negra" le persigue y, de forma importuna, es detenido por la policía. Hortensia (la Jeringa), sobrina del Cardenal, el patrón de la banda que le había denunciado. La jovencita, también enamorada del apuesto joven, estaba celosa de los amores del Pijoaparte con la burguesita. En el último capítulo, ha pasado el tiempo. Han transcurrido dos años; Manolo ha salido de la prisión sin olvidar a Teresa.Va a buscarla  a los antiguos  lugares de encuentro. Pero la chica se ha casado y está fuera de la actividad política.  Por lo que ha desaparecido para él.
Herralde al dirigir la película, pretendió hacer de Últimas tardes con Teresa una copia fiel de la novela, con pequeñas variaciones formales respecto a la duración del tiempo de la historia y de las ubicaciones. Pero a la película le falta alma. Sus personajes son de cartón piedra, incapaces de transmitir el hálito de la personalidad de cada uno de ellos, propios de la novela. Toma los diálogos de los personajes casi al pie de la letra y, sin embargo, olvida interpretar cinematográficamente el tono de la parte narrativa o descriptiva de las situaciones, de los estados de ánimo o las muestras del talante y de la psicología de los personajes novelescos y el resultado es que el relato de cine es un dibujo estereotipado y plano respecto al original, porque la acción de los personajes carece del significado contenido en la novela y su actuación los hace poco creíbles. Es lamentable; porque el film cuenta con actores a los que se les hubiera podido sacar mejor partido. Si nos fijamos, por ejemplo, en la secuencia correspondiente a la charla entre Manolo y el Cardenal, en presencia de la Jeringa, casi al final de la película, vemos que carece de sentido porque se han eliminado las situaciones previas de la novela que llevaban a aquel momento; también se han perdido los trasfondos eróticos transmitidos a través de insinuaciones, acotaciones, diálogos, roces, de la chica con Manolo,  contenidos en la novela y que se resuelve en una burda acción, sorprendente y sólo para justificar el fin del film. 

 La actuación de los actores se circunscribe al guión que interpretan: El protagonista, Manolo (Ángel Alcázar), de muy buena presencia, carece de capacidad interpretativa para ser de carne y hueso como  su alter ego de la novela; sus palabras son dichas mecánicamente, con poca convicción y su actuación inexpresiva. (No olvidemos que el Pijoaparte de Marsé, de corte picaresco, es una de las creaciones literarias más importante de la literatura contemporánea). En los diálogos con los otros personajes se producen, sistemáticamente, silencios innecesarios, tiempos muertos en el diálogo de un personaje con su interlocutor, lo que resta veracidad al mensaje que está transmitiendo. Teresa (Maribel Martín) es más expresiva pero le han recortado el papel y se ha eliminado buena parte de su capacidad de mostrar sentimientos y sensaciones por medio de la sugerencia, de las miradas, de los gestos. Ambos, Manolo y Teresa, se presentan en la película como personajes planos, de una sola pieza, y dejan de tener la personalidad llena de claroscuros otorgada por el autor. Maruja (Patricia Adriani) es monosilábica y en su actuación cinematográfica, el espectador no llega a poder saber cuáles son sus sentimientos por Manolo. El papel de Hortensia (una joven Cristina Marsillach) es casi invisible, aunque luego sea la causante del final desgraciado de la historia, cuando ya parecía que la vida de Manolo pudiera estar encarrilada. También queda en demasiado segundo plano la actuación del Cardenal (José Bódalo) que si bien no es determinante de nada, en su presencia se producen motivos dinámicos que precipitan la fábula. Como vemos, el conjunto tiene bastantes deficiencias,  por la manera de gestionar el desarrollo  de la trama. La cinta  contiene diálogos llenos de tiempos muertos,  con segundos interminables entre las preguntas y las respuestas, lo que produce estatismo, como una relentización de los fotogramas. Relentización que no favorece la expresividad, porque no induce al espectador a interpretar movimientos, gestos o miradas de los personajes, porque no se han cuidado las posibilidades de la comunicación no verbal. No la hay, tanto por falta de actuación de los personajes como por la parquedad de mirada de la cámara que no nos induce, tampoco, a las indiscreciones  necesarias  que permiten entender el mensaje con mayor profundidad; la música de la banda sonora, bien  compuesta por Bardagui, con una larga tradición en buenos arreglos, en las composiciones de Serrat, aquí es un elemento ruidoso y mal colocado porque, no sugiere, no acompaña e incluso, a veces pisa las palabras e impide entender lo que se dice, por su simultaneidad con el discurso verbal.  Veamos un trailer que muestra algunas secuencias de la película.  

Marsé, en Últimas tardes..., se ha servido de una narración en tercera persona, con frecuencia omnisciente y siempre mostrando una gran ternura por su protagonista y por los que como él, considera desvalidos. Critica la burguesía de los años cincuenta (los que se quedaron después de los destierros y depuraciones) que ganaban dinero fácilmente con negocios poco claros. Entre ellos, está el padre de Teresa que sólo vela por sus finanzas, y el canje de Teresa en matrimonio, ha de ser una inversión más. No repara en los sentimientos del advenedizo, y sin mediar consulta, los separa. Critica, también, la posición sumisa de la Sra. Serrat, madre de Teresa, que acata sin chistar las órdenes del marido que no se digna consultarla. y Sobre todo, critica a la juventud universitaria que, sin arriesgarse ni tomar partido, juega a" progre" para diferenciarse de sus padres. "Señoritos de mierda" son calificados reiteradamente por el autor. Estos muchachos se aproximan a los trabajadores comprometidos políticamente (eso creen que es Manolo) con la curiosidad del niño que se acerca a un monstruito de feria. Y son tan estúpidos que no notan que es falso. Al compañero universitario de Teresa,  Luis Trías de Giralt, le califica  como “Estudiante aventajado de económicas, nieto de piratas mediterráneos, hijo de un listísimo comerciante que hizo millones con la importación de trapos durante los primeros años cincuenta, era alto, guapo pero de facciones flácidas, deshonestas, fundamentalmente políticas, carnes rosadas, el pelo rizado y débil, la mirada luminosa pero infirme: parecía un Capeto idiotizado con paperas" (Pág. 106)

LOS ESPACIOS Y  EL TIEMPO

El origen del relato se sitúa en Ronda, inicialmente,  en momento puntuales en Blanes y, sobre todo, Barcelona. Cita lugares  como el Carmelo, la plaza Sanlley, Parque Güell,  Montjuic, Pueblo Español, Tibidabo, Turó de la Peira, Torre Baró,  San Gervasio, las Ramblas,  etc. Se ha de señalar que los nombres están en castellano porque en esa época –de la dictadura franquista- se les había sustituido, por el suyo en catalán. Se citan bares, cines, calles… De manera que pueden seguirse itinerarios con bastante fidelidad al mapa  de la ciudad.  Después de la guerra civil, y hasta los años sesenta, -tiempo en la que se desarrolla el relato-  la Ciudad Condal recibe numerosos emigrantes desde zonas deprimidas como Andalucía, Murcia, Extremadura o Galicia en busca de trabajo que no encuentran en sus lugares de origen. 

Muchos vienen con lo puesto y se sitúan en barracas de la periferia y más tarde en pisos-jaula de 4O metros. En barrios sin servicios convertidos, más tarde, en ciudades dormitorio. Aunque la música de fondo piensa en los que marcharon más lejos, el documento visual muestra lo que había aquí.

Marsé precisa con todo lujo de detalles algunos de estos lugares. Describe espacios concretos y reconocibles y los sitúa en su lugar exacto. Del Monte Carmelo señala su sinuosa carretera "hace ya más de medio siglo que dejó de ser un islote solitario en las afueras"...

"... Antes de la guerra, este barrio y el Guinardó se componía de torres y casitas de planta baja: eran todavía lugar de retiro para algunos aventajados comerciantes de la clase media barcelonesa, falsos pavos reales de cuyo paso aún hoy se ven huellas en algún viejo chalet o ruinoso jardín. Pero se fueron. Quién sabe si al ver llegar a los refugiados de los años cuarenta, jadeando como náufragos... Porque muy pronto la marea de la ciudad alcanzó también su falda Sur, rodeó lentamente sus laderas y prosiguió su marcha...allí, surgen calles sin asfaltar, torcidas, polvorientas...El barrio está habitado por gentes de trato fácil, una ensalada picante de varias regiones del país, especialmente del Sur" (Pág. 24-25) 
Hay descripciones de otras calles, como de las Ramblas y de algunos lugares del Barrio Chino. Nombra numerosos bares, cines, salas de fiesta. Unos lugares permanecen, otros como el cine Roxi (el de los fantasmas de la canción de Serrat) han desaparecido.

Sugerencias didácticas.
  • Lectura de Últimas tardes con Teresa  de Juan Marsé. Es una novela atractiva para jóvenes por el enamoramiento de los personajes, en un entorno del que se expresan muchos matices. De ella se pueden analizar variados aspectos:
  • Personajes: La personalidad picarecsa de Manolo Reyes el Pijoaparte, por el origen, el deseo de medrar, su ingenuidad, su mala suerte. Su situación opuesta a la de Teresa, y la de otros personajes secundarios.  Señalando sus diferencias arquetípicas
  • Los espacios señalados. Pueden buscarse  en un plano de la ciudad,  si existen en la actualidad así como su correspondencia o no con lo presentado en la novela.
  • El tiempo contenido.  Sus características históricas y sociológicas. 
  • Las características formales de la novela. Modo narrativo, papel del narrador. El  análisis del tiempo contenido. 
  • El relato aporta muchos datos de la sociedad de esa época relacionados con las formas de vida, costumbres, etc. Se presentan dos clases sociales bien diferenciadas que pueden  distinguirse perfectamente. Se pueden hacer listados de las  diferencias  contenidas y lo que les iguala. 
  • Una vez hecho la lectura, análisis y comentario de la novela, se puede comparar  con la película propuesta para ver las diferencias contenidas. Tiene la gracia de hacer una buen representación de los espacios que recoge, con algunos cambios, que pueden identificarse. 
  • La página oficial  de Juan Marsé  permite hacer un acercamiento al autor y su obra. 

  • Lecturas
  • Juan Marsé 
  • Celia Romea Castro (2004) Memòria i biografia d'una ciutat: un retrat de Barcelona, ​​la marsiana: els anys quaranta  i cinquanta
  • "Érase una vez...Juan  Marsé" Imprescindibles TV2 marzo 2015
  • Versión española TV2 Últimas tardes con Teresa 24/4/2012  (Análisis crítico)